¡Cuán Glorioso Es Tu Nombre! Salmo 8

Memoricé muchos versículos de la Biblia cuando era niño, cientos de
ellos. Usted puede preguntar, ¿qué motivó a un joven a aprender
tanto de las Escrituras? Parte de ello fue la cultura de nuestra iglesia.
La memorización de las Escrituras fue una gran parte de nuestros
ministerios de niños y jóvenes. Sin embargo, una razón más
importante fue que mis padres nos empujaron a mis hermanos y a mí
a aprender las Escrituras de memoria.
Para ser honesto, mí motivación no siempre fue espiritual. A veces
mamá me decía que memorizara un verso como castigo por mis
acciones. (¡Créanme, aprender un versículo de la Biblia era mucho
mejor que recibir una nalgada!) En muchas otras ocasiones, era parte
de nuestras devociones familiares. Independientemente de la
razón, estoy eternamente agradecido por los padres y la iglesia
que me desafiaron a memorizar las Escrituras. La mayoría de los
versículos de la Biblia que se hoy, los aprendí cuando era niño.
Uno de los pasajes que aprendí temprano en mi niñez fue el Salmo 8.
Es un salmo que todavía está grabado en mi memoria. De hecho, si
cayera en aprietos y me pidieran que citara el Salmo 8 hoy, creo que
aún podría pasar la prueba. Este gran salmo se ha convertido en
parte de mi banco de datos de memoria.
El Salmo 8 es el primer himno del libro de los Salmos. La mayoría de
los salmos anteriores son oraciones pronunciadas por personas que
sufren. Sin embargo, el Salmo 8 no se enfoca en la miseria humana,
sino en la majestad de Dios. No hay duda de que este salmo fue
escrito para ser cantado. David se lo dirigió al director del coro de
Israel, e incluso le dijo cómo debía ser cantado: según el Gitteth.
Nadie está seguro de lo que significa el término "Gitteth". Algunos
piensan que era un instrumento originario de la ciudad de Gat,
mientras que otros piensan que era un estilo de música específico.
Sea cual sea el significado, ¿no te gustaría que tuviéramos la
partitura musical original?

Este salmo destaca el hecho de que los humanos son los agentes de
Dios en la tierra. Hace eco de las palabras de Génesis 1:26-28 que
afirman que al hombre se le ha dado dominio sobre la creación de
Dios. Sin embargo, este salmo no se trata del hombre, sino del
Creador del hombre. Este es el único himno del Salterio que se dirige
enteramente a Dios.
David comienza alabando al Señor por Su majestuoso nombre. ¡Oh
Señor, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la
tierra! El nombre Señor proviene del término hebreo Yahweh, que es
el nombre del pacto de Dios. Tiene su origen en el verbo hebreo
"ser". Se usó por primera vez en Éxodo 3:14 cuando Dios se le
apareció a Moisés en la zarza ardiente y se identificó como “Yo soy el
que soy”. Este nombre apunta a la auto-existencia eterna de Dios.
Nadie lo creó y nadie lo sostiene. Él existe en y por sí mismo.
Glorioso es un término real. Pocos de nosotros en el hemisferio
occidental entendemos verdaderamente la realeza. La palabra se usa
a menudo en las Escrituras para hablar de nobleza. Tiene la idea de
magnificencia, fuerza, gloria y poder. No hay duda de que Dios, por
encima de cualquier otro gobernante humano, es verdaderamente
majestuoso.
Un escritor dijo: “comentar el versículo uno es como comentar el
esplendor del Gran Cañón. Las palabras realmente no pueden
hacerle justicia. Solo necesitas quitarte del camino y dejar que la
gente lo vea”. (bible.org - “God’s majesty or ours”)
Sí, la magnificencia, la gloria y el poder de Dios son claramente
visibles. No necesitamos describirlos o definirlos. Solo tenemos que
salirnos del medio y dejar que brillen por sí mismos. David destaca
dos aspectos de la revelación de Dios que demuestran su grandeza
majestuosa. En primer lugar, la creación de Dios revela Su
majestad.
¿Alguna vez te sentaste afuera en una noche clara y te sorprendiste
con todas las estrellas en el cielo? El cielo en una noche clara es algo
fascinante. Recuerdo cuando era niño, recostado en el césped de
nuestro patio trasero y mirando al cielo. Vivíamos lejos de las luces

de la ciudad, así que podíamos ver innumerables estrellas. De vez en
cuando, veíamos una estrella caer del cielo. Los que vivimos en la
ciudad extrañamos la magnificencia de los cielos.
Imagínate a David en una ladera de Judea en la noche cuidando a
sus ovejas. Sin luces, sin distracciones, nada que obstaculice la clara
visibilidad de los vastos cielos de Dios. Por supuesto, David no tenía
un telescopio para ver las estrellas, los planetas y las galaxias como
lo tenemos hoy. ¿Qué habría pensado si hubiera sabido lo que
sabemos?
“La pura inmensidad del espacio exterior y la coordinación de todo
es asombroso. Si pudieras viajar a la velocidad de la luz, 186 000
millas por segundo, tardarías 8 minutos en llegar al sol. Para ir del sol
al centro de la Vía Láctea se necesitarían unos 33.000 años. La Vía
Láctea pertenece a un grupo de unas 20 galaxias conocido como el
Grupo Local. Para cruzar ese grupo, tendrías que viajar durante 2
millones de años. El Grupo Local pertenece al Cúmulo de Virgo, parte
de un Supercúmulo local aún más grande, que tiene 500 millones de
años luz de diámetro. Cruzar todo el universo tal como lo conocemos
te llevaría 20 mil millones de años luz”. (National Geographic World,
Jan., 1992, p. 15)
v. 1a - Has desplegado Tu gloria sobre los cielos.
v. 3 - Cuando veo Tus cielos, obra de Tus dedos, La luna y las
estrellas que Tú has establecido.
Ver la inmensidad del gran universo de Dios es darnos cuenta de
nuestra propia pequeñez. Debería hacernos exclamar: “¿Qué es
el hombre para que os acordéis de él?” En otras palabras, desde
una perspectiva humana, la grandeza de Dios resalta nuestra
pequeñez. Él es macro, nosotros micro. Él es inmenso, nosotros
somos insignificantes. Él es majestuoso, nosotros somos

pecadores.

Hay un segundo aspecto de la divina y majestuosa revelación de
Dios al que se alude en este gran salmo: el majestuoso nombre de
Dios se revela en la encarnación de Jesús.

La mayoría de los estudiosos de la Biblia están de acuerdo en que
este salmo no es un salmo mesiánico. En otras palabras, no fue
escrito por David con la intención de señalar a sus lectores la venida
del Mesías. Aunque esa no era la intención de David, el Nuevo
Testamento cita repetidamente este salmo para mostrar la humildad y
exaltación de Jesús.
Aquí están las cuatro veces que se usa este salmo en el Nuevo
Testamento:
• Mateo 21:16 - Jesús cita el Salmo 8:2 en respuesta a la alabanza
de la multitud el Domingo de Ramos mientras recorría las calles de
Jerusalén.
• I Corintios 15:27 - Pablo cita el Salmo 8:6 para mostrar cómo
Jesús destruirá a todos sus enemigos, incluida la muerte.
• Efesios 1:22 - Pablo usa el Salmo 8:6 para mostrar la autoridad de
Jesús sobre todas las cosas.
• Hebreos 2:5-8 - El escritor de Hebreos muestra citas del Salmo 8:5
para mostrar que Jesús es más grande que los ángeles aunque en
Su encarnación Él voluntariamente se hizo a sí mismo más bajo que
los ángeles.
En nuestra humanidad caída, no pudimos ni podemos cumplir
completamente el deseo de Dios para nosotros. Sin embargo, hay un
hombre que lo cumplió por completo. Todavía no vemos completado
el plan final de Dios para la humanidad y la creación, “pero vemos a
Jesús”. El propósito y la majestuosidad del Salmo 8, que tan
fácilmente se nos escapa, se ha hecho realidad en Jesús.
Como con toda la Escritura, Jesús es el cumplimiento completo del Salmo 8.

Entonces, ¿cuál es el punto de este salmo? Ver a Dios en toda su
gloria nos ayuda a vernos a nosotros mismos en nuestra humanidad
caída. Clamamos como Isaías después de su visión de Dios en Isaías

6:5: “¡Ay de mí! Porque estoy perdido; porque soy hombre inmundo
de labios.”
Sin embargo, a pesar de nuestra absoluta falta de magnificencia,
Dios a través de Jesús nos ha colmado de Su majestad. Aunque
fuimos hechos un poco inferiores a los ángeles (un poco superiores a
las bestias del campo) podemos ser coronados de gloria y honra
(Salmo 8:5). Si eso no te hace querer cantar un himno de alabanza,
no sé qué lo hará.
¿Notaste que David termina de la misma manera en que comienza?
¿Porqué es eso? De una manera bellamente poética, David nos
muestra que de principio a fin, solo Dios es digno de nuestra
alabanza.
¿Lo has adorado hoy? Tómese unos minutos y cante con David.
Alabado sea Dios por Su majestad, Su magnificencia, Su poder y Su
gloria. Él verdaderamente es digno de tu alabanza.
Finalmente, déjame animarte a aceptar el desafío de mi mamá y
memorizar este salmo. ¡Puedes hacerlo! No puedo pensar en una
mejor manera de comenzar el día que cantar/citar este salmo.
-Pastor Brian

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